UN NIDO BAJO EL RADIADOR
Esto ocurrió en una ciudad americana hace muchos años.
Esto ocurrió en una ciudad americana hace muchos años. El jefe del Cuerpo de Bomberos observó un retraso injustificado en el servicio del camión-cisterna, y llamó al orden al conductor responsable.
La causa de la tardanza no podía ser más insignificante: se debía al capricho de unos pájaros que hicieron su nido bajo el radiador. Allí se escondían unos polluelos incapaces de volar. Y por ellos, la pesada mole del camión caminaba despacio y con suavidad, con solicitud casi materna. Hubo de quedar fuera de servicio hasta que los pequeños huéspedes fueran capaces de volar y de abandonarlo espontáneamente. Creo que ocurrió en alguna ciudad americana.
Dios camina siempre atento porque lleva muchos polluelos a su cargo, por eso él “te cubrirá con sus plumas / y hallarás un refugio bajo sus alas” (Salmo 91, 4). Dios camina “despacio y con suavidad, con solicitud materna” para que no te ocurra nada en el camino y te sientas protegido bajo su radiador. Y llegues a la meta deseada, y puedas salir de su refugio volando libremente. Pero eres libre porque has invocado su protección, porque le conoces, y porque él te responde solícito como madre: “Él se entregó a mí / por eso, yo lo libraré; lo protegeré, porque conoce mi Nombre; me invocará, y yo le responderé”. (Salmo 91, 14-15).